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«Nadie se hubiera imaginado hace unos años que una de las mayores democracias en el mundo suprimiría programas de investigación porque incluían la palabra ' ... diversidad' (…) y cometería un error como este». El presidente francés, Emmanuel Macron, describió este lunes con estas palabras una de las políticas más controvertidas de la Administración estadounidense de Donald Trump. Desde su investidura en enero, el mandatario populista inició un intenso pulso con las universidades de su país, incluidas algunas de las más prestigiosas, como Columbia o Harvard. La Unión Europea confía en aprovecharse de esta situación atrayendo talento científico norteamericano.
La presidencia francesa y la Comisión Europea han presentado en París la iniciativa 'Choose Europe for Science' (Elige a Europa para la Ciencia). Iba a llamarse en un principio 'Choose France', un nombre que parecía un calco del utilizado para bautizar una cumbre que el Elíseo organiza cada año desde 2018 para atraer inversiones extranjeras. Ante las suspicacias que había generado entre algunos de sus vecinos, sobre todo en la Italia de la neoconservadora Giorgia Meloni -cercana a Trump-, Macron y su gabinete decidieron darle una dimensión continental.
Durante su discurso en el imponente anfiteatro de la Sorbona, el presidente francés acusó a Trump -sin citarlo directamente- de concebir la investigación como «un dictado que consiste en que un Gobierno (…) puede impedir investigar sobre una cuestión u otra». Desde el inicio de su segundo mandato, la Administración trumpista ha presionado a las facultades para que dejen de utilizar un centenar de palabras, por ejemplo, «igualdad», «diversidad» o «contaminación». Recortó partidas en múltiples ámbitos científicos. Y, además, amenazó con retirar la exención fiscal y congeló más de 2.000 millones de dólares de subvenciones federales a Harvard, cuya dirección ha plantado cara a la Casa Blanca.
EN DIRECT | Choose Europe for science. https://t.co/dR21B9Cryc
— Élysée (@Elysee) May 5, 2025
Según un sondeo de la prestigiosa revista 'Nature', publicado a finales de marzo y elaborado a partir de unas 1.500 entrevistas, un 75% de los universitarios sondeados contemplan irse de Estados Unidos. «Queremos que Europa sea un lugar atractivo para los investigadores» en un momento «en que el rol de la ciencia está siendo cuestionado», afirmó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Con su intervención en la capital francesa, anunció un incremento de 500 millones de euros de los fondos de la UE en aras de atraer (o repatriar) a científicos que actualmente trabajan al otro lado del Atlántico. En el caso de Francia, Macron indicó que quiere destinar 100 millones suplementarios al mismo objetivo.
Estas cantidades no parecen demasiado elevadas teniendo en cuenta la actual diferencia en el poderío económico entre las facultades de Estados Unidos y las del Viejo Continente. «Creo que lo fundamental es apelar a la colaboración público-privada» y recordar que «Europa es una tierra de acogida donde se puede investigar en libertad», defendió el rector de la Universidad del País Vasco, Joxerramon Bengoetxea, uno de los pocos responsables universitarios españoles que asistieron al acto en la Sorbona, cuyo auditorio no terminó de llenarse. Aunque parte de una buena premisa, esta iniciativa ha generado cierto malestar en unas precarizadas universidades francesas.
«Me temo que estamos ante una puesta en escena por parte de Macron, que quiere posicionarse como un opositor a la deriva iliberal de Trump», explica a este medio el sociólogo Eric Fassin, profesor en la Universidad París 8. Según el autor del libro 'Misère de l'anti-intellectualisme', «actualmente no se reúnen en Francia las condiciones para atraer a científicos. Incluso en aquellos ámbitos que requieren más recursos (medicina, inteligencia artificial…) están reduciendo las partidas».
El Ejecutivo macronista anunció la semana pasada una disminución de 493 millones de los fondos destinados a la educación superior, y esta se suma a un tijeretazo previo de 1.000 millones. Además de esta austeridad, el mundo universitario galo se queja de las presiones ejercidas por el Gobierno con el argumento de luchar contra un supuesto antisemitismo e «islamo-izquierdismo» -un concepto sinónimo en Francia al de 'wokismo' (izquierda identitaria)-. «Macron nos dice que no es como Trump, ¿pero está dispuesto a renunciar al anti-wokismo?», se pregunta Fassin.
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