Suso desde una nueva, y muy original, perspectiva

Son las once de la mañana y no son pocos los turistas que visitan el monasterio de Yuso. Suso, el más antiguo, el de arriba y construido pared con pared sobre la montaña, está en obras de restauración de emergencia debido a su inestabilidad estructural y con la pretensión además de resolver el problema endémico de los focos de humedad.

Un pequeño grupo, sin embargo, va llegando a cuentagotas a una parada donde un microbús con una veintena de plazas va a llevar a los primeros turistas al templo de arriba, que cerró sus puertas el pasado mes de diciembre por estas importantes obras aprobadas por el Consejo de Ministros con una inversión de 4,5 millones de euros: «Queríamos visitar los monasterios de San Millán, pero nos encontramos con que Suso estaba en obras, así que decidimos posponer el viaje», explican Manuel y Virginia, matrimonio de Madrid que se aloja el fin de semana en Aldeanueva de Cameros. «Hace poco vimos en internet que se iba a reabrir para el turismo con un programa, además novedoso, que nos iba a permitir conocer el monasterio pero también cómo se actúa en unas obras sobre un bien Patrimonio de la Humanidad», señalan.

No les ha importado, ni mucho menos, cruzar del valle del Iregua al Najerilla –cuyas carreteras hay que tomarse con calma–: «Es una naturaleza preciosa y acabar aquí, en este conjunto monacal, es una maravilla», indica Manuel, quien no entiende que «no haya que pagar por ver esto».

Y es que la propuesta de Suso no es para un turismo convencional. 'Abierto por restauración' es un programa novedoso y temporal impulsado por el Instituto del Patrimonio Cultural de España y la Fundación San Millán, limitado a grupos reducidos para sábados y domingos del 14 de junio al 14 de septiembre. La visita incluye un recorrido guiado por el interior del edificio, que aloja el cenobio original construido en el siglo VI donde conviven elementos de estilos visigótico, mozárabe y románico, pero también un paseo por el espectacular andamiaje –«una milimétrica obra de arte de arquitectura metálica», en palabras de Teresa, guía de la expedición–, que, a modo de camisa, recubre perimetralmente todo el monasterio para actuar con la mayor precisión posible.

Con las medidas de seguridad oportunas –chalecos y cascos que aporta la organización, más la recomendación de calzado adecuado y las lógicas prohibiciones de 'no tocar' las estructuras metálicas ni pasearse con móviles o cámaras–, los andamios descubren nuevas perspectivas como una visión en altura del edificio en el que se aprecia, por ejemplo, el estado de la techumbre, pero también elementos como los modillones mozárabes, que son invisibles a ras de suelo.

Ya en el interior, las obras están incluso retirando algún tabique –siempre con la máxima precaución y cuando hay convencimiento de que no afectará a la estructura del edificio–, lo que está permitiendo descubrir nuevos espacios que acabarán dando lugar a un desconocido parcialmente monasterio de Suso: «Ha sido una maravilla porque escribimos ayer, [por el viernes ] y nos contestaron de inmediato que podíamos hacer la visita», indican José María San Juan y María Luisa No, catedráticos de Física de la Universidad del País Vasco y alojados en Santo Domingo de la Calzada, que visitaban también en el primer grupo el monasterio, junto con su hijo Asier, biólogo.

Asier, por cierto, no perdía detalle –además de por supuesto a las explicaciones arquitectónicas e históricas de Teresa sobre el monasterio– a la frondosa vegetación que rodea el monasterio en una primavera extraordinariamente húmeda: «Ayudo a mi padre en sus ambientaciones sobre las vegetaciones de los entornos», confiesa. Y es que José María San Juan, además de físico, es escritor y ha publicado ya dos entregas de 'El círculo milenario', que será una tetralogía y en cuya tercera entrega tendrán, probablemente, protagonismo los monasterios de San Millán.

Pero el protagonista de estas líneas son las obras de restauración del conjunto monacal más importante de la Rioja, problemas estructurales en parte causados por anteriores intervenciones –especialmente de los años 30 del siglo pasado– y a los que se espera dar solución tras estas actuaciones, con los asentamientos definitivos de los muros y para los que serán necesarios dos años de trabajo. La visita dura una hora y, puntualmente, el microbús, con casi otra veintena de personas a bordo, llega al monasterio. Quien quiera disfrutar de esta visión de Suso en obras puede inscribirse en [email protected].

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