«En las celebraciones siempre me preguntaban cuándo me iba a echar novia»
Se casaron en octubre 2021, en una ceremonia condicionada por las restricciones de la pandemia, y en abril del año siguiente repitieron celebración con 200 invitados
Sergio Castillo y Ricardo Rodas llevan diez años juntos y el próximo 10 de octubre celebrarán su cuarto aniversario de casados. La idea de contraer ... matrimonio surgió del deseo de normalizar una situación «igual que cualquier otra pareja hetero, ¿no?», dice Sergio. Vivían de alquiler, debían dejar el piso y en lugar de buscar otro, también de alquiler, decidieron comprar.
La pandemia les obligó a posponer varias veces la boda. Al final celebraron una primera más restringida con unos 80 invitados en octubre de 2021 y en abril del año siguiente, a lo grande, con unas 200 personas. Aquello fue el colofón a una historia de amor que había comenzado años atrás.
Sergio, de 35 años, salió del armario de forma escalonada, cuenta él mismo.«Fui soltándolo poco a poco». Los amigos fueron los primeros, a ellos se lo confesó a los 21 o 22 años, pero a su familia no se atrevió hasta los 25, cuando ya había empezado a salir con Ricardo. Quizá porque ya lo intuían no le dijeron nada: «Todo súper bien». Le cohibía el temor a la reacción porque «la sociedad ha estado siempre chico-chica y en las comidas de cumpleaños o de Navidad siempre decían a ver cuándo me echaba novia». El tiempo le demostró que el miedo era infundado.
Ni él ni su marido «han notado nada raro», «quizá algún recelo» y «alguna mirada», pero «somos una pareja normal, no hacemos daño a nadie, vivimos nuestras vidas y nuestra sexualidad como queremos, entonces el tema es cómo te quieras tomar tú las miradas», cuenta Ricardo, de 47 años. En su caso, no tardó tanto en salir del armario. «Soy Canario y en Canarias la gente estaba más abierta de mente que aquí, había más personas LGTBI, se disfrutaba del Orgullo, era diferente». «Cuando se lo conté a mi familia y a mis amigos al final es, pues vale, ya lo has dicho, estás liberado y al día siguiente tan normal».
Del día que se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo tiene un recuerdo muy vívido y pensó «la que se nos viene». Lo vivió con incertidumbre porque generaba rechazo entre ciertos sectores, pero al final «ha ido a mejor». Ahora tiene cierto temor, el miedo que tenía hace 20 años ha regresado. «¿Qué va a pasar dentro de un año o dos cuando haya elecciones y gobierne la derecha?». «No miedo a que gobierne la derecha, sino la derecha con la ultraderecha», precisa.
Sergio, que fue concejal LGTBI en el Ayuntamiento de Calahorra, también recuerda ese día como si fuera hoy. Acababa de terminar tercero de la ESO y aún guardaba en secreto su homosexualidad. Estaba viendo la televisión con sus padres y la noticia abría los informativos. «Obviamente yo me callé, pero fue como si llorara hacia dentro de emoción». Entonces no pensó en el matrimonio, pero sí en que el día que diera el paso de abrirse a la familia y a los amigos todo sería mucho más fácil.
No descartan tener descendencia, pero es un tema que de momento tienen aparcado. Al principio, hablaban mucho de tener hijos, pero la pandemia les frenó. Además, «es tan caro», lamenta Ricardo. De todas las opciones posibles ellos preferirían ser padres a través del proceso de gestación subrogada, popularmente conocido como vientre de alquiler, «pero al final te cuesta como una casa. Miramos en EE UU y costaba unos 120.000 euros. Da mucha rabia que en nuestro país no se permita».
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