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La tensión ha seguido escalando este jueves entre India y Pakistán con nuevas amenazas e incursiones a ambos lados de la frontera tras el rebrote ... de las hostilidades en la disputada región de Cachemira. Las autoridades de Islamabad han informado del derribo de 25 drones de fabricación israelí que llegaron a sobrevolar varias localidades paquistaníes, incluidas las dos ciudades más grandes, Karachi y Lahore. Otro avión no tripulado pudo ser derribado en Rawalpindi, donde se encuentra el cuartel general del ejército de Pakistán, según precisó un portavoz castrense, que denunció la muerte de un civil y habló de un herido en Sindh debido a los incidentes con drones.
Nueva Delhi, entretanto, denunció que las tropas enemigas trataron de atacar varios objetivos militares en el norte y el oeste entre el miércoles por la noche y la madrugada del jueves pero los intentos fueron «neutralizados» por los sistemas de defensa. El ministro de Exteriores indio, Subrahmanyam Jaishankar, ha advertido este jueves a Islamabad de que cualquier ataque provocará una «respuesta muy firme».
Las amenazas también volvieron a repetirse del lado paquistaní a raíz de la incursión con drones de las últimas horas. «India ha vuelto a mostrar otro acto de agresión con el lanzamiento de drones, que siguen entrando en el espacio aéreo de Pakistán. India pagará por esto», ha indicado el portavoz del ejército paquistaní, Ahmed Sharif Chaudhry, en declaraciones recogidas por el diario 'Dawn'. La situación llevó a las autoridades del país a suspender brevemente los vuelos en las ciudades de Karachi, Lahore e Islamabad. Asimismo, las autoridades del estado de Punyab han declarado la emergencia en todos los hospitales de la provincia para garantizar la atención mínima en caso necesario, por lo que todas las operaciones de carácter no urgente han sido suspendidas.
El Ministerio de Defensa de India ha precisado en un comunicado que el objetivo de los ataques con drones eran varios radares de la defensa aérea paquistaní. En este sentido, ha confirmado que un «sistema de Lahore ha sido neutralizado».
«Preparados para golpear, entrenados para ganar». Ese fue el críptico mensaje que, acompañado por un abrumador vídeo de maniobras militares, publicó el ejército indio en su cuenta de X minutos antes de la una de la madrugada del miércoles. Nadie podía saberlo aún, pero marcaba el inicio de la 'Operación Sindoor', un ataque sorpresa que duró 25 minutos y en el que los militares indios utilizaron misiles balísticos para volar por los aires nueve «instalaciones terroristas» en la vecina Pakistán. «Se ha hecho justicia», publicaron las Fuerzas Armadas al finalizar las operaciones, en las que participaron fuerzas de tierra, mar y aire.
Poco a poco, muy avanzada ya la madrugada en el subcontinente indio, comenzó a llegar información de ambos bandos. Nueva Delhi se congratulaba del éxito de la operación y publicaba vídeos de las explosiones. El primer objetivo fue, a las 01:04 horas, el «campo terrorista» Abbas en la localidad de Kotli, «una infraestructura clave para el entrenamiento de terroristas suicidas» situada a 13 kilómetros de la Línea Actual de Control que separa temporalmente las dos potencias nucleares.
Cuatro minutos después, otro misil destruía el campo de Gutli, «centro de control y base del grupo terrorista Lashkar-e-Taiba, utilizado para revivir el terrorismo en Cachemira» y ubicado a 30 kilómetros de la frontera. Finalmente, el ejército mostraba la destrucción del campo Mehmoona Joya, en Sialkot, «uno de los centros clave de entrenamiento de Hizbul Mujahideen».
Es la primera vez desde 1971 que el país de Gandhi ataca más allá de sus fronteras. El objetivo, según explicó el Secretario de Exteriores Vikram Misri en una rueda de prensa, fue «prevenir y disuadir de que se produzcan atentados terroristas de los que han advertido los servicios de Inteligencia» y «desmantelar las capacidades de los terroristas que pueden ser enviados a India».
Mientras una ovación nacionalista recorría India y sacaba de su cama a millones de ciudadanos para pegarlos a la televisión y a las redes sociales, en Pakistán aseguraban que sus fuerzas estaban tomando represalias y que sus soldados respondían con fuego de artillería, algo que acabó confirmando el gobierno indio. Además, Islamabad sostiene que solo seis lugares fueron atacados, entre ellos una mezquita en cuyo interior había fieles que resultaron muertos y heridos, y que sus fuerzas derribaron cinco cazas indios, un extremo que India no ha confirmado ni desmentido aún.
A pesar de todo, los dirigentes hindúes fueron veloces a la hora de exigir a su enemigo que no respondiese. «Nuestras acciones han sido centradas, mesuradas y no buscan una escalada. Ninguna instalación militar pakistaní ha sido atacada. India ha demostrado una considerable moderación en la selección de objetivos y el método de ejecución», afirmó el Gobierno del primer ministro Narendra Modi en un comunicado.
No obstante, su homólogo paquistaní, Shahbaz Sharif, cedió el control de las operaciones militares al jefe de su ejército para que pusiera en marcha las represalias necesarias. «Por la seguridad de nuestro ejército y de nuestro pueblo, siempre estaremos unidos. Sin duda, les plantaremos cara y venceremos. Dios estará con nosotros», añadió este miércoles por la noche en una alocución televisada a la nación, en la que tachó el ataque indio de «cobarde».
Según la información ofrecida por Sharif, los misiles indios dejaron 31 muertos y 57 heridos, entre los que hay mujeres y niños. «Prometo que vengaremos cada gota de sangre de estas víctimas», afirmó el mandatario paquistaní. Por su parte, el Comité de Seguridad Nacional del país islámico subrayó que se reserva el derecho a responder a las operaciones indias «en cualquier momento, lugar y forma».
Al otro lado de la frontera, India informó del fallecimiento de 15 personas por el fuego de artillería. Además, multitud de localidades cerca de la frontera fueron evacuadas ante una posible escalada por parte de Pakistán. El Gobierno indio incluso llevó a cabo simulacros de apagón en ciudades tan relevantes como la capital, Nueva Delhi, y la locomotora económica, Mumbai. Además, al menos 300 vuelos fueron cancelados y hasta 25 aeropuertos tuvieron que cerrar por precaución.
Son las primeras consecuencias de las represalias que Modi había anunciado como venganza por el atentado que el pasado día 22 dejó 26 muertos -sobre todo turistas- en Pahalgam, una zona muy visitada de Cachemira que controla India conocida como 'la pequeña Suiza'. Según testigos de la masacre, la más grave contra civiles desde los atentados de Mumbai de 2008, los terroristas trataron de diferenciar a hindúes y musulmanes para acribillar a los primeros, evitando herir a mujeres y niños.
Ese atentado fue inicialmente reivindicado por un grupo islamista que, poco después y en un movimiento cuando menos extraño, retiró su reivindicación. Ese movimiento dio alas a la teoría india de que la República Islámica es cómplice, algo que Islamabad negó de nuevo este miércoles, y avanzó que no quedaría impune.
La sed de venganza es compartida por la población y arengada por los medios de comunicación. «Si el Gobierno no actúa, aparecemos como un país débil. Era necesaria una acción decidida para dejar claro que no se puede atacar a India sin sufrir consecuencias. Ahora la pelota está en el tejado de Pakistán. Son ellos quienes tienen que decidir si desean elevar la tensión para que volvamos a derrotarles en el campo de batalla o si prefieren aceptar la realidad», comentó este miércoles a este diario Amir Khan, un treintañero de la ciudad de Bengaluru.
Mientras tanto, la comunidad internacional trataba este miércoles de reconducir la situación. «El mundo no puede permitirse una confrontación militar entre India y Pakistán», dijo Stephane Dujarric, portavoz del secretario general de la ONU, António Guterres. Por su parte, el secretario británico de Comercio, Jonathan Reynolds, ofreció la mediación de su país para apoyar un acercamiento entre los archienemigos para buscar una desescalada. Y el ministro de Exteriores de Francia, Jean-Noël Barrot, se sumó al coro de quienes exigen a las partes «contención» y «protección» para los civiles. Incluso Rusia, en un ejercicio de hipocresía, urgió a la «moderación para evitar un mayor deterioro» de la situación.
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