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Imagen de 1962 promoviendo Haro como capital de los vinos finos impulsada por Pedro López de Heredia.
Imagen de 1962 promoviendo Haro como capital de los vinos finos impulsada por Pedro López de Heredia. Donézar
Centenario del Rioja | 1950-59 Saliendo del aislamiento

Los guardianes de los históricos vinos finos de Haro y de Rioja

Las cuatro generaciones López de Heredia Viña Tondonia han defendido a capa y espada la singularidad y elegancia de los grandes e inmortales vinos de Rioja

Alberto Gil

Logroño

Miércoles, 4 de junio 2025

Vinos Finos de Rioja. La leyenda acompaña las etiquetas de los vinos de Bodegas López de Heredia Viña Tondonia desde 1891, casi desde su fundación (1877). Fue Rafael, bisabuelo de la actual generación, nacido en Chile y que llega a Rioja, a Haro, desde Francia, quien dejó impronta de la que hoy presumen no pocos elaboradores: «El término para nosotros no es un sustantivo, como lo es el 'fino' para Jerez por ejemplo, sino un adjetivo calificativo que describe la finura, la elegancia de los vinos por la influencia francesa frente a las elaboraciones más 'corrientes' del siglo XIX. De hecho, fue el estilo de elaboración que hizo a Rioja grande y conocida en el mundo en general». Así contextualiza María José López de Heredia, biznieta del fundador de esta bodega hoy de culto, el concepto del vino fino de Haro y de Rioja. Pero poca gente sabe que dicha leyenda estuvo a punto de desaparecer de las etiquetas de la bodega e incluso de cualquier otra de Rioja o de España: «Fue una extraordinaria, y agotadora, batalla legal de nuestro padre».

La legislación europea había registrado 'fino' como característico vino de Jerez, pero no lo había hecho para el resto de España, incluida Rioja, en los registros comunitarios. Pedro, don Pedro, López de Heredia se negó a retirar de sus etiquetas la leyenda 'vinos finos' que habían llevado las etiquetas de López de Heredia desde 1891 y, tras muchos años de recursos, alegaciones, botellas inmovilizadas, pleitos, disgustos y pérdidas económicas, don Pedro ganó la batalla.«Para nuestro padre, y ahora para nosotros, el calificativo 'finos' era tan importante como el contenido de la botella. Luchó durante trece años porque sabía que tenía razón», recuerda su hija María José. «Hoy no son pocos –continúa– los elaboradores riojanos y españoles que dicen elaboran vinos finos, pero muy pocos, por no decir nadie, estuvieron dispuestos a defenderlo».

Genio y figura. Pasan las generaciones pero los principios de los López de Heredia son inquebrantables: «El dosier que presentó nuestro padre para defender los vinos finos es una maravilla documental, incluida la fotografía –adjunta en estas páginas– del 26 de junio 1962, hecha por Donézar, con un cartel que reza 'Haro, capitalidad de los vinos finos de Rioja'». «Fue una idea promovida e ideada por nuestro padre». Pedro López de Heredia fue una figura clave en el vino de Rioja en la segunda mitad del siglo XX, como en el siglo XIX lo fueron Rafael, con la fundación de López de Heredia, o el abuelo de la actual generación, también Rafael, en la primera mitad del siglo pasado: «Mucha gente ve nuestra Casa como una bodega, pero nuestro propio bisabuelo se hizo un hombre de campo tras fundar López de Heredia en 1877». «Nuestro abuelo fue vocal del Consejo Regulador en 1953 y 1954 y nuestro padre lo fue de 1982 a 1998, pero lo fue como representante del sector viticultor, no del bodeguero que entonces, y todavía ahora, se veía con más 'prestigio».

Pedro impulsó durante aquellos la condición de Calificada para Rioja (se consiguió en 1991): «Nuestra familia siempre ha pensado que Rioja era una gran región vitícola y que había que defenderla y diferenciarla, como seguimos pensando hoy en día. Nuestro bisabuelo Rafael que, cuando nace la denominación en 1925 tenía 69 años, dirigía la bodega con sus dos hijos,Rafael y Julio César, y, como otros, luchaba contra las falsificaciones del vino de Rioja, con vinos procedentes de otras zonas». «Ya consideraban la marca muy valiosa –agrega María José– y nuestro padre fue 55 años después un gran defensor de pedir la condición de Calificada».

Sus tres hijos, que llevan años, incluso décadas invirtiendo en recuperar la ingente documentación del extraordinario archivo familiar, no tienen duda de que «nuestro padre creía también en la singularidad de los vinos de Rioja y toda su vida luchó por ello. Al final vino la Calificada y, ahora, ha venido el 'viñedo singular', pero Rioja está donde está porque muchas personas han luchado por elaborar vinos de calidad y nuestro padre fue uno de ellos, como lo fue el suyo y lo fue su abuelo».

La cuarta generación de la bodega de Haro: Julio César, Mercedes y Maria José, en la galería modernista de 1903 diseñada por Juan Cabrera Latorre. Justo Rodríguez

No son tiempos fáciles los actuales, los del siglo XXI, pero ni mucho menos lo fueron los del siglo XX: «En nuestra familia, en nuestro negocio, vivimos la I y II Guerra Mundial, la Guerra Civil, incluso tenemos documentada la guerra de los Boers [entre británicos con colonos neerlandeses en Sudáfrica a finales del XIX] porque exportábamos vino». «Las guerras –agrega María José López de Heredia– nunca han traído nada bueno pero la postguerra española fue quizás la etapa más dura para nuestra familia».

Grandes vinos en tiempos duros

Sin embargo, como sucede en otras bodegas históricas, esas décadas tan difíciles, como las de los 40 o los 50 del siglo pasado han dejado cosechas maravillosas: «El hombre es parte de naturaleza y, aunque a veces, cometemos el error de olvidar que las cuestiones mundanas son ajenas al devenir de las fuerzas naturales del universo», explica la bodeguera. «Quiero decir que tantos años de dificultades generadas por el hombre al final no afectan a la calidad de las uvas, sino de nuestro trabajo y, en los años socioeconómicamente difíciles, las gentes del campo somos más austeros si cabe y, en consecuencia, más ecológicos por poner un sólo ejemplo».

María José López de Heredia insiste en que «tenemos muchas veces una idea errónea de la historia. Nuestros abuelos y padres supieron hacer las cosas muy bien, y prueba de ello son esos vinos extraordinarios que han resistido el paso del tiempo sin perder su finura y su personalidad».

'Vinos finos', en las etiquetas primigenias y promociones de López de Heredia y Viña Tondonia. Archivo López de Heredia

El futuro

Desde La Frasca –así llamaba don Pedro a la espectacular estructura que la actual generación de López de Heredia encargó a la afamada arquitecta Zaha Hadid– María José López de Heredia reflexiona también sobre el futuro de la región vitícola: «La marca Rioja ha llegado muy alto gracias a muchos esfuerzos, desvelos, aciertos y alegrías, pero también errores». La bodeguera considera clave conocer y defender el 'origen', pero no sólo ententido como 'terroir' o terruño: «Me refiero, además de al cultivo de la viña, al estudio del clima, de la bioquímica... también al conocimiento de los problemas socioeconómicos, de la historia y no por razones de márketing, sino porque no se puede valorar aquello que no se conoce y es imposible no repetir errores si no se conoce el origen».

«En nuestra Casa –continúa–, nos apena que cosas que consideramos aciertos, como son los tiempos de crianza, que tradicionalmente habían sido una garantía de calidad en sí mismos, porque no cualquier vino vale para someterlo a una larga estancia en barrica, se hayan relajado». «Es sólo un ejemplo –concluye–. Nuestro padre defendió en su día que se siguiera dejando plantar blanco frente a políticas cortoplacistas que lo prohibieron, de la misma forma que defendió las denostadas variedades viura y graciano. «A nosotros, a mí y a mis hermanos, nos educaron para trabajar por aquello en lo que creemos, diga lo que diga el mercado. Al igual que los arquitectos, creemos que 'Dios todo lo ve'», concluye con una sonrisa.

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