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El 19,4% de la población riojana se encuentra en riesgo de pobreza. No es uno de los porcentajes más altos de España e incluso ... se encuentra por debajo de la media nacional (por tres décimas), pero la visión resulta más preocupante si se observa la tendencia de los últimos años. Desde 2015 dicho indicador se ha incrementado un 13,5% en La Rioja, convirtiéndose así la región en la tercera del país con un crecimiento más elevado, impulsado por el aumento del 14,8% en 2024, el más alto de España.
La tasa de pobreza se establece a partir de un umbral, que en este último año se ha fijado en 11.584 euros anuales, es decir, 965 euros al mes. Así, se considera que se encuentran en riesgo de pobreza las personas que habitan en hogares con ingresos por persona inferiores a ese límite. Para comprobar si es así, se hace una ponderación de los miembros de la unidad familiar, se les otorga un peso (1 al primer adulto, 0,3 a los menores de 13 años...) y se dividen los ingresos totales entre ese coeficiente para obtener la renta equivalente que se aplica a todos los convivientes.
A eso se le llama pobreza relativa y la evolución regional dista de la nacional, como se recoge el informe 'El estado de la pobreza' de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión (EAPN). Así, en España, ese medidor ha bajado en un 10,9% en los diez años más recientes y solo cuatro comunidades, además de La Rioja, ven como la tasa se ha incrementado: Aragón, Castilla y León, Cantabria y Navarra.
Pese a eso, la comunidad autónoma sigue por debajo de la media nacional, según el dato de 2024. La razón reside en que el punto de partida era muy bueno, ya que La Rioja contaba con una de las tasas de pobreza más bajas de España en los primeros años que se toman de referencia para esta estadística.
Juan Antonio Meléndez
Coordinador general de Cáritas
Juan Antonio Meléndez, coordinador general de Cáritas La Rioja, admite que la tendencia «es preocupante» e incluso va un paso más allá. «Lo que nos inquieta es que, en tiempos en los que la economía crece, se mantenga una masa de exclusión y de pobreza que no se revierte», indica. «Nos preocupa la evolución de otros indicadores: el empleo no está resultando un factor de integración y entran en juego aspectos como el aumento del precio de la vivienda y la alimentación», añade.
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Precisamente, el tema del coste de los alquileres es el que está captando buena parte de los esfuerzos de organizaciones como Cáritas en los últimos años. «En 2015 dedicábamos 40.000 euros a las ayudas al alquiler y ahora destinamos 146.000, es decir, estamos casi cuadruplicando las cantidades», reseña Meléndez. «Y lo peor es que aunque los salarios mejoren, esas subidas no resultan suficientes para absorber lo que crece el precio del alquiler», apostilla el coordinador general de la organización.
La tasa de pobreza es uno de los indicadores que se usan para la tasa Arope, que mide el riesgo tanto de pobreza como de exclusión social. También ahí La Rioja presenta una tendencia negativa desde 2015, con un incremento del 9,2% de las personas en esa situación vulnerable. Y eso que en otros medidores se encuentra en una realidad contrapuesta.
No en vano, La Rioja es la comunidad autónoma que presenta un menor porcentaje de vecinos en situación de carencia material y social severa. En ese indicador la región está a la cabeza, para bien, de España, ya que solo el 3,7% se halla en esa coyuntura que se establece gracias a trece conceptos, como la imposibilidad para irse de vacaciones al menos una semana al año o para afrontar gastos imprevistos.
En doce de esos treces indicadores la situación en La Rioja es mejor que la del conjunto del país, incluso en algunos de ellos la región es la que mejores datos presenta. Solo hay una en la que la comunidad autónoma se encuentra peor que la media: no poder permitirse un coche. El 6% de la población asegura hallarse en esa situación, cuando la media nacional es del 5,3%.
Esta buena posición en el ámbito de la carencia material y social severa contrasta con la de la pobreza relativa. «Nos hemos estancado y no hay unas políticas sociales que sean capaces de mejorar esos datos, ni siquiera en tiempos de bonanza económica», finaliza José Antonio Meléndez.
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