La Moncloa: un aniversario que se celebra como en familia
Este restaurante de Villamediana de Iregua, de trato familiar y cocina tradicional casera, celebra sus 25 años de historia
No todos los restaurantes tienen el privilegio de llegar hasta el cuarto de siglo. La Moncloa, en el barrio de Las Bodegas de Villamediana de ... Iregua, ha entrado en ese selecto club y lo ha hecho gracias a una cocina tradicional, casera, elaborada con gusto y que invita a ser disfrutada sin prisas. Nuria Viguera y Juan Manuel Ruiz llevan desde 1988 en hostelería. Él fue uno de los socios fundadores de El Muro en la calle Laurel y, posteriormente, 'culpable' de esos calamares fritos inolvidables que se servían en El Diagonal, también en esa calle tan gastronómica. En el año 2000 tuvieron la oportunidad de comprar este establecimiento en Villamediana de Iregua y no lo dudaron.
«Hemos sobrevivido a dos crisis económicas, un incendio y una pandemia», recuerda Nuria Viguera. Porque La Moncloa padeció en febrero de 2013 un virulento fuego en su almacén que arrasó el local. Pero, como el ave fénix, resurgió de las cenizas para seguir siendo uno de los referentes de la cocina tradicional en La Rioja. Cumplir 25 años «es todo un logro, porque por desgracia hemos dejado a muchos amigos atrás, que han tenido que cerrar sus negocios».
Restaurante La Moncloa
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¿Dónde se encuentra? Calle Bodegas, 62, en Villamediana de Iregua.
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Horario De lunes a domingo, de 13.30 a 15.30 horas.
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Reservas 941 43 55 96.
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Capacidad 90 comensales. Cuentan con dos comedores, uno en la planta baja pensado para personas con movilidad reducida.
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Propuesta gastronómica Trabajan con menú.
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Especialidad Las verduras frescas y el arroz caldoso con bogavante.
¿Dónde reside el éxito de La Moncloa? «Puede parecer una frase manida, pero lo mejor que tenemos son nuestros clientes», responde. Y en torno a ellos han ido evolucionando. Nuria Viguera opina que ha cambiado la mentalidad de quien llega a su local a comer. Recuerda que antes la gente, en muchas ocasiones, se presentaba a comer sin reserva y era normal sentarse a la mesa a las 15.30 horas.
La Moncloa ha ido evolucionando y adaptándose a las nuevas costumbres de sus clientes
«Entonces, era todo un desafío. Para nosotros era una presión, sobre todo personal. Igual se presentaban cincuenta personas a comer que no habían reservado y no podías preverlo. Ahora, en cambio, viene todo el mundo con su reserva y, desde la pandemia, la gente ha adelantado mucho su hora de comer». Todo ello les permite una mayor relajación y tranquilidad para poder ofrecer un mejor servicio –el restaurante tiene una capacidad para noventa comensales–. «Ahora se trabaja de manera diferente; atrás quedaron también esos lunes en los que la mayoría de los restaurantes nos encontrábamos con un exceso de productos que nos veíamos obligados a tirar».
La Moncloa sí puede presumir de mantenerse fiel a un estilo de cocina que defiende desde sus inicios y donde prima el producto. En la actualidad han prescindido de la carta, para centrarse en el menú, que es lo que más les demandan sus clientes, algunos de los cuales llevan con ellos desde que abrieron sus puertas en julio del año 2000. Clientes que han sido testigos de anécdotas e historias y partícipes de noticias como la de 2006, cuando fueron protagonistas gracias a un mero de 40 kilos de Cedeira (La Coruña) que su proveedor, Pescados Marino –que continúa siéndolo a día de hoy–, les vendió.
Han sabido hallar la estabilidad también en este punto, para lograr que a su cocina solo lleguen productos de calidad, de temporada y que son muy valorados por su clientela. «Cada semana vendemos más verdura fresca y, por supuesto, nuestro producto estrella, que es el arroz caldoso con bogavante». Porque a su restaurante, entre semana, acuden muchos trabajadores que buscan comer bien y lo logran a través de su menú ejecutivo.
Para un mejor servicio han habilitado un comedor en la parte inferior, que está pensado para aquellas personas con problemas de movilidad. «Tenemos clientes cada vez más mayores y tenían dificultades para subir las escaleras y llegar al comedor». Un espacio que se une al amplio comedor superior, muy abierto para la comodidad del comensal.
Igualmente, han rehabilitado su bodega subterránea, un calado del siglo XVIII, convertido en un espacio polivalente donde los comensales pueden tomarse una copa de vino antes de empezar a comer. «Después de veinte años, hemos empezado a cobrar por tomarse un vino abajo. Nuestros clientes lo han entendido y está teniendo una gran acogida. Nuestra clientela es como muy familiar, muy de casa, de toda la vida», concluyen.
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